EL TEMPLO DE LOS ANGELES Y LA BRUJA QUE DESAFIA LA LEY DE DIOS

EL TEMPLO DE LOS ANGELES Y LA BRUJA QUE DESAFIA LA LEY DE DIOS

Durango Nuestra Historia


Hace ya algunos años una de las muchas familias duranguenses que acostumbra los domingos salir a pasear por el parque Guadiana, y a pasar el día en el mismo, y ya por las tardes algunas familias se acercan al templo de Los Ángeles, para oír misa o simplemente dar gracias.


Así fue como la señora Irma Castañeda me conto que en compañía de sus dos hijas, después de pasar un domingo agradable en el parque, ya entrada la tarde se encaminaron al templo antes mencionado con el fin de esperar la hora de misa.

Pero cuando se iban acercando, hasta llegar al atrio vieron como salían las últimas personas, y que era muy posible hayan estado oyendo misa. Aun cuan la iglesia se estaba quedando sola, de todas maneras ellas llegaron a darle gracias a Dios.

Mientras que un poco atrás de ellas llegaba una familia compuesta de una pareja y tres jovencitos, que entraron al interior de la iglesia y se sentaron en la fila de bancas del lado oriente del templo.

No habían pasado cinco minutos de estar haciendo oración y dar gracias a Dios, cuando su concentración fue interrumpida por la entrada aquel recinto de una mujer de aspecto estrafalario, acompañada de dos perros, uno de ellos muy grande, y otro pequeño, el animal más grande era de color blanco un bull terrier de aspecto agresivo, los cuales desde que entraron fue correr por toda la iglesia.


Mientras que la mujer se dirigía por en medio de la iglesia rumbo al altar Mayor, vestía un especie de mallón negro ceñido a sus piernas y unos zapatos, con la punta de los mismos en forma de pico y enroscadas hacia arriba de su empeine, el pelo largo sin peinar y cayéndole a los lados de su cara y hombros, con unas pequeñas bolsas en sus manos.


Cuando ella llegaba al alatar Mayor y se disponía hacer algún ritual con las cosas que traía en su bolsa, los perros daban rienda suelta a su carrera, y su aspecto nos causaba temor a los que estábamos ahí. Veíamos como el perro blanco detenía su carrera y les gruñía en la mera cara a los jovencitos de las familias que había entrado detrás de nosotros. Fue tanto el susto que provoco en aquellos adolescentes que se levantaron asustados y salieron corriendo hacia afuera del templo acompañado de sus padres.

Mientras nosotros nos quedamos atónitos sin saber qué hacer, los perros continuaban corriendo por toda la iglesia. Momentos en que yo observaba (dice la señora Irma), a la mujer que hacia algo que yo no comprendía.


Mientras yo pensaba que posiblemente era algún maleficio para alguna pareja que se iria a casar en aquel templo pero como si me hubiera leído el pensamiento aquella mujer volteo la cabeza y me fijo su mirada en sus ojos como leyéndome el pensamiento.


Pero me dejo de mirar por unos instante para luego seguir con lo que estaba haciendo, pero yo continuaba mirándola haciéndome una y mil preguntas, de lo que hacía aquella persona, pero de nuevo dejo de hacer lo que estaba haciendo par de nuevo voltear la cabeza hacia donde yo estaba y de nuevo clavarme la mirada directamente a mis ojos.


Fue tan intensa la mirada que dejo de hacer lo que estaba haciendo para incorporarse, sin despegar de mí su mirada. Se le veía unos ojos rojos que despedían terror y así sin quitarme la vista empezó a caminar hacia donde estábamos sentadas. No había llegado la mitad del camino sin quitarme la vista de mis ojos cuando apresure a mis hijas, para que se levantaran y las motive a que saliéramos del templo haciéndolo las tres apresuradamente.


Ya cuando nos encontrábamos lejos del templo empezamos mis hijas y yo hacer comentarios sobre los que nos había ocurrido sin encontrar una respuesta satisfactoria y así estábamos hasta la fecha sin saber qué fue lo que ocurrió en aquel momento, recordamos y aun siento el temor que produce tan solo recordar.

 

 

Investigaciones y Crónicas Duranguenses. 

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